Las pymes industriales al borde del abismo

Las pymes industriales atravesaron aguas turbulentas durante el Gobierno de Mauricio Macri porque si bien es cierto que desde 2011 el aparato productivo estaba estancado, lo real es que la tormenta perfecta de estos cuatro años desatada por el tarifazo, la caída del consumo interno debido a la pérdida de poder adquisitivo de la población, las tasas de interés exorbitantes y la apertura de importaciones produjo el colapso de la industria.

Algunos números reflejan descarnadamente la actualidad de uno de los sectores más golpeados por el modelo M. Un trabajo del CEPA muestra que desde diciembre de 2015 a junio de 2019 cerraron 23.051 pymes y se perdieron 146.855 puestos de trabajo industrial. Con 8 de cada 10 pymes abocadas al mercado interno, la caída del 16,3% del poder adquisitivo de la población en estos tres años, resultó en un ancla a la producción. En parte la inflación que erosionó los ingresos de la gente se explica por la recomposición tarifaria, que aunque todos los sectores coincidían en la necesidad de adecuarla, el Gobierno de Macri eligió el tarifazo como único camino, por lo que en los tres años y medio de gestión macrista la electricidad aumentó un 3.240,1% y el gas un 4.096,3%. Este aumento de la energía tuvo un fuerte impacto en el costo de las empresas, al punto de que a muchas las sacó de juego.

Respecto de estos cuatro factores que atentaron contra la producción nacional, Juan Cruz Lucero, integrante del CEPA, coordinador del observatorio de industria y sector externo, explicó: “Se dio un combo perfecto para la desindustrialización. Lo que resulta de este escenario es el cierre de empresas, sobre todo de pequeñas y medianas, y la destrucción de puestos de trabajo. En un contexto en donde la capacidad instalada utilizada está en el orden del 50%, es decir que la mitad de las máquinas que tiene la industria no se están usando”.

La devaluación mató los brotes verdes

En julio, la industria acumuló su 15º caída consecutiva, luego de lo que había sido un período de leve recuperación a fines de 2017. Este año había comenzado con un atisbo de repunte. Hacia mitad de año las pymes industriales registraron un incremento en las órdenes de compra y se entusiasmaban con la segunda mitad del año. “No se trata de simples expectativas positivas para el segundo semestre, sino de órdenes de pedidos efectivas de producción industrial que se ejecutarán durante el resto del año”, decía un informe de la Fundación Observatorio Pyme (Fopyme). Pero esa esperanza se diluyó tras la devaluación de más del 25% post-PASO, lo que volvió a desatar un vendaval sobre las pymes. Hoy el escenario vuelve a ser de emergencia, acuciante. El salto del dólar provocó incertidumbre respecto a los costos de producción, sobre todo en el caso de los insumos que están dolarizados. “En estas semanas hubo en muchos casos interrupción de suministros y renegociación de precios de compra de materiales. Y al mismo tiempo, en muchos casos se han producido retracciones de las ventas”, contó Pedro Cascales, secretario de Comunicación del CAME. A este escenario se suma que la tasa de interés está en alrededor del 85%, lo que hace inviable el financiamiento, lo que también impacta en las cadenas de pago. En los distintos sectores productivos se observa que los proveedores acortaron los plazos y los clientes alargaron los plazos, lo que somete a las pymes a un gran estrés que en muchos casos hace que se caigan las operaciones. Al respecto, Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA), sostuvo que “el cepo trabajo trajo cierta estabilidad con el dólar, pero en las pymes trajo una fuerte caída en las ventas y una rotura de la cadena de pagos”.

“El tema que se viene debatiendo entre las diferentes cámaras sectoriales que conforman CGERA es que muchas pymes de nuestros sectores no llegan a fin de año”, alertó Ariel Aguilar, vicepresidente de la Confederación Empresaria de la República Argentina (CGERA).

Lo que viene para las pymes

Sin dudas para superar este período de desindustrialización una de las claves será dinamizar el consumo interno, vía recomposición del poder adquisitivo. Claro que para el próximo Gobierno será una época alcancías vacías y obligaciones por doquier. “El tema es pasar estos meses. Nos quedan 7 quincenas y un aguinaldo y no está fácil con esta caída del consumo y estas tasas en el 85%. Es el momento más difícil porque sabés que lo que viene es mejor, pero no está fácil llegar”, alertó Aguilar. En la misma línea, Cascales analizó: “Esperamos una solución rápida al momento que están viviendo las pymes industriales porque transitar dos o tres meses más en esta situación puede generar un agravamiento de la situación”.

Ante este escenario sumamente complejo, las miradas de los empresarios pymes se proyectan más allá del 10 de diciembre, fecha de asunción del nuevo presidente. “Sabemos que en la nueva etapa tiene que haber un fuerte aumento de salarios para empezar a mover el mercado interno, pero para que las pymes puedan darlo es fundamental sentarse con los sindicatos y con el Gobierno a buscar herramientas que nos permitan otorgarlo ya que una porción importante de las empresas llegan con el agua al cuello. Necesitamos de forma urgente lograr con el próximo Gobierno un verdadero pacto social”, analizó Aguilar.

Con una mirada de mediano y largo plazo, la Argentina necesita pensar a futuro aspectos que hacen a la competitividad estructural. En ese sentido, Lucero analiza de cara a los desafíos que se vienen: “Hay tres ejes para analizar hacia adelante. El primero tiene que ver con los desafíos con los que va a asumir el próximo Gobierno, por un lado cómo salir del modelo con eje en lo financiero hacia uno con eje en lo productivo. La otra cuestión tiene que ver con la noción de que el principal problema que tiene la Argentina es la restricción externa, la falta de dólares, y el gran desafío es resolverlo. El segundo eje tiene que ver con estabilizar la macroeconomía. Para eso hay que desdolarizar las tarifas, estabilizar el tipo de cambio, bajar las tasas de interés y recuperar el poder adquisitivo para reactivar la demanda. El tercer eje debe ser la política industrial y tecnológica, para eso primero hay que revisar la política comercial cuyo objetivo tiene que ser exportar más y proteger más a los sectores que son sensibles sobre todo en términos de empleo. Vinculado a esto hay que tratar de reducir del déficit comercial en algunos sectores puntuales. La otra parte es incentivar la investigación y el desarrollo, tanto desde el sector público y también la inversión privada en I+D. Hay que tener estrategias diferenciadas para los distintos sectores y para los tamaños de las empresas. Y por último, hay que trabajar sobre las dimensiones de la competitividad, con dos vectores clave como la logística y la infraestructura, y por último planificar herramientas de incentivo, en un contexto de recursos escasos”.

Fuente. ambito financiero

 

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