Los protagonistas que aspiran a reconstruir una burguesía nacional
“El último gran dirigente empresario que tuvo el país fue José Ber Gerbard”. Con estas palabras Cristina Fernández de Kirchner trajo a la memoria, durante su discurso en la Feria del Libro, al máximo dirigente de la burguesía nacional argentina, así como a la necesidad de un acuerdo entre empresarios y trabajadores que permita al país resurgir de la actual experiencia neoliberal. Pero lo cierto es que desde que la última dictadura militar intervino y liquidó la Confederación General Económica (CGE), entidad fundada por el propio Gelbard, las pymes han quedado huérfanas de una dirigencia con peso político y capaz de incidir en las decisiones de política económica, mas allá de que representan el 99 por ciento de las más de 610.000 empresas registradas en la actualidad y generan el 65 por ciento del empleo.
La idea de una burguesía nacional, en definiciones del historiador Jorge Schvarzer, hace referencia a empresarios que están comprometidos con un desarrollo económico y crecimiento del país, pues “esos objetivos no son altruistas, sino que coinciden, naturalmente, con sus propios intereses, o mejor dicho, con la percepción de sus intereses de mediano plazo”. En otras palabras, la CGE original planteaba que las políticas de “recetas basadas en el ajuste del cinturón”, tenían una premisa “inmoral, injusta, y por si ello fuera poco, totalmente ineficaz” pues “en nuestra concepción del proceso, no solo es justo mejorar el ingreso real de los trabajadores, sino que constituye un requisito para crear un gran mercado interno que sirva de expansión a las fabricas nacionales”.
Fuente. Pagina12