Libro %, programa para bibliotecas populares

La esperanza llega con los bibliotecarios y sus carritos al predio de La Rural. No podía faltar en la 45° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires el programa Libro%, un subsidio de 24 millones de pesos que reciben los representantes de 880 bibliotecas populares de todo el país para comprar libros a mitad de precio durante tres días, gracias a un convenio firmado entre la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) y más de 200 editoriales. En esta 14° edición, cada bibliotecario recibirá un subsidio de 15 mil pesos más viáticos para movilidad y alojamiento, que varían de acuerdo a las distancias. En el acto de apertura, hoy a las 10 en la sala Jorge Luis Borges, se entregará la distinción “Amigo de las Bibliotecas Populares” al reconocido ilustrador Pablo Bernasconi, y también se presentará la serie documental Bibliotecas populares: un lugar todos los mundos, una coproducción de la Conabip y Canal Encuentro.

La continuidad del programa no está en discusión. Pero muchos expositores se vienen quejando de que el monto asignado a cada bibliotecario no acompañó la inflación y fue perdiendo cada vez más poder adquisitivo. “Nos parece muy importante sostener en el tiempo a Libro%. Lo dijimos en la primera Feria del Libro en la que me tocó hablar en 2016 y lo vamos a decir hoy. No hay mejor manera de garantizar espacios culturales que manteniéndolos y dándoles continuidad”, dice Leandro de Sagastizábal presidente de la Conabip. “El monto por cada bibliotecario es de 15 mil pesos –el año pasado fue de 13 mil– y efectivamente tiene razón el sector: fue menor a la inflación, pero nuestra preocupación está en que los libros puedan llegar a las bibliotecas, que el sector pueda verse fortalecido por las compras, pero también nos importa poder hacer un programa de televisión como el que estamos haciendo para canal Encuentro, que podamos hacer capacitaciones, que podamos hacer encuentros editoriales, que podamos hacer cooperación internacional y muchas cosas más. Evidentemente, los presupuestos son difíciles en esta coyuntura como todo en este país hoy”, admite De Sagastizábal.

“Mi pregunta inicial fue por qué me eligieron a mí al ver los seleccionados de otros años, como (Roberto) Fontanarrosa, Quino, Mercedes Sosa… Me tomó muy por sorpresa”, confiesa Pablo Bernasconi. “Luego entendí que es un premio que tiene que ver con la afinidad del pensamiento de algunos escritores y artistas culturales, con direcciones que estamos tomando con respecto a nuestro país y lo que viene pasando con la cultura en los últimos años. Me parece que los bibliotecarios eligen un tipo de pensamiento que está orientado, en palabras de María Teresa Andruetto, a sostener espacios de resistencia. Este es un momento de resistencia, donde las Bibliotecas Populares son casi como trincheras del pensamiento crítico, un lugar donde se acerca gente para volver a encontrarse no solo con la literatura, con los libros, con los textos, sino con personas que los puedan orientar, con bibliotecarios que los puedan llevar a encontrarse con mundos que quizá no sabían que existían. El bibliotecario tiene esa virtud de saber orientar a lectores para que puedan nutrirse con todo el universo que rodea una biblioteca”.

El diseñador gráfico, ilustrador y autor vive desde los cinco años en Bariloche. “La Biblioteca Popular Sarmiento, que es una biblioteca muy antigua de Bariloche, es la que frecuentaba en el centro cívico. Es una de esas bibliotecas con olor a madera, con particularidades de la zona, como si fuera una cabaña llena de libros. Yo iba a buscar libros en ese momento porque había una sola librería y la biblioteca era una especie de volcán de posibilidades. Me encantaba pasar tiempo ahí. Para mí fue esencial haber transitado por allí”, reconoce Bernasconi y revela que su primer acercamiento a los libros fue gracias a sus padres. “En mi casa teníamos una biblioteca bastante amplia, que estaba ordenada de forma vertical; los libros para chicos estaban en los estantes más bajitos: ahí estaba Mafalda, Oscar Wilde, El principito y María Elena Walsh. Y después estaban los libros para más grandes en los estantes altos y a los que yo no accedía. Hasta que fui creciendo o aprendiendo a escalar, que era lo mismo. Y  arriba podía estar Henry Miller o Umberto Eco, que le gustaba mucho a mi vieja; libros a los que fui accediendo a medida que ganaba confianza y perdiendo el vértigo literalmente”.

Fuente. Pagina12

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