Roca, Menem y Macri, ¿continuidades de un mismo proyecto político?

Entre las discusiones más recurrentes sobre el pasado argentino se encuentra aquella que se centra en el legado del general Julio Argentino Roca, dos veces Presidente de la Nación y figura central de la llamada Generación del ’80. ¿Se trata de una mera cuestión académica? En absoluto. Que durante el ciclo neoliberal transcurrido entre 1976 y 2001, y relanzado en 2015 con el acceso de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación, millones de argentinos hayan experimentado una pérdida de derechos laborales y sociales significa también que se retrocedió en términos de problemas estructurales resueltos por el país a lo largo de su historia.

En este contexto el libro Marxismos argentinos propone retomar el debate sobre el roquismo. ¿Se trató de un antecedente de los planes neoliberales de José Martínez de Hoz Domingo Cavallo? ¿O parte de su obra también fue y es destruida por la “economía de mercado”?

Como en todos los artículos que componen Marxismos argentinos la cuestión es abordada desde diferentes corrientes de izquierda que existen en la Argentina, tales como el socialismo reformista de Juan B. Justo, el comunismo, el trotskismo de Milcíades Peña, la Izquierda Nacional de Jorge Abelardo Ramos y Jorge Enea Spilimbergo, y la Izquierda Peronista, representada en el artículo correspondiente por Rodolfo Puiggrós.

La exposición nos muestra a una Izquierda Nacional que queda sola en su reivindicación de varios aspectos de la obra de gobierno de Roca y sus sucesores contra la unanimidad de las demás corrientes en su condena del roquismo como síntesis de los gobiernos que desplegaron un programa de dependencia económica en beneficio del capital imperialista, en particular el británico. Incluso choca con las posiciones de la Izquierda Peronista, con la que en líneas generales comparte la interpretación histórica del pasado argentino. Las reflexiones finales sin embargo invitan a dar una vuelta de tuerca: observar las consecuencias en la actualidad de la abolición de algunas leyes fundamentales de fines del siglo XIX.

La obra de la Generación del ’80 consistió en llevar a cabo la construcción del Estado moderno argentino, mientras que una constante en el ciclo 1976-2001 fue el retroceso de la injerencia estatal en diferentes ámbitos de la vida nacional. “Achicar el Estado es agrandar la Nación” fue una de las consignas más representativas del régimen de Martínez de Hoz y Jorge R. Videla. Durante el Proceso, la consigna se aplicó fundamentalmente en la esfera económica, y la tarea continuaría durante la década menemista con el “remate de las jotas de la abuela”, es decir, la venta de las empresas estatales. No solo cayeron en la volteada las creadas en el siglo XX (YPF, ENTEL, Aerolíneas Argentinas, etc.) sino que también se privatizaron el servicio de correo y de aguas corrientes, ambos creados después de 1880, y se descentralizó el sistema educativo, a contramano de lo establecido por la ley 1420 de educación nacional, promulgada en 1884.

Toda esta realidad creada entre los ’70 y los ’90 se plasmó en el texto de la Constitución de 1994, en la que se redujo el poder del presidente respecto al de los gobernadores. La aparición de las cuasi monedas durante la crisis de 2001 también se debía al retroceso de la construcción del Estado, puesto que el roquismo había legislado para unificar la moneda.

Finalmente, se señala en la reflexión planteada que la conversión de la Capital Federal en Ciudad Autónoma de Buenos Aires es un indicio claro para reconsiderar las tesis de la Izquierda Nacional. Esta corriente plantea que a diferencia de lo que sostienen las demás, la capitalización de Buenos Aires no fue un triunfo de esta sino del Interior, y por lo tanto un triunfo del conjunto del país contra el mitrismo, expresión política de la oligarquía argentina. Por lo tanto, la desfederalización de 1994 (o su predecesora, la propuesta de trasladar la capital) fue otro paso en la consolidación del orden neoliberal argentino. Desproporcionada hasta hoy la disponibilidad de recursos económicos entre la ciudad de Buenos Aires, proyecta liderazgos reaccionarios como los de Fernando de la Rúa y de Macri, y refuerza la identidad cerrada de un electorado que en defensa de la autonomía de su distrito vota a contramano de proyectos nacionales como el impulsado durante el kirchnerismo.

Por lo tanto, nos insinúa Marxismos argentinos, si volver a fortalecer el Estado y federalizar Buenos Aires son objetivos estratégicos para vencer al macrismo, también lo es repensar al movimiento político que sentó el precedente de ambas medidas.

Fuente: Diagonales

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