¿Convertibilidad 2018? Tres economistas analizan la polémica propuesta

La Argentina amaneció convulsionada por una noticia generada desde los Estados Unidos. «La salida económica de la Argentina es atar el peso al dólar», dijo, con la naturalidad de aquel que le pide al mozo una grande de muzzarella, el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Larry Kudlow.

Y no sólo dijo eso, sino que aseguró además que el tesoro de los Estados Unidos estaba trabajando en eso. ¿Vuelven los 90, entonces? El Gobierno dice que no. «Lo desmentimos totalmente, será una opinión de Larry Kudlow, no es lo que está negociando la Argentina con el FMI», señalaron voceros del Palacio de Hacienda al diario El Cronista.
Cierto es que el hombre que lo dijo no es un cuatro de copas ni lo dijo en el patio de su casa. Es un importante funcionario del gobierno de Donald Trump y lo dijo en la cadena Fox News. Si estás leyendo esto y sos un millenial te preguntarás por qué nos preguntamos si vuelven los 90 y qué sería «atar el peso al dólar».

Bien, en la Argentina tuvo un nombre y se llamó «Convertibilidad». La puso en prácticaDomingo Felipe Cavallo como superministro de Economía del gobierno de Carlos Menem, la mantuvo luego el Gobierno de Fernando de la Rúa -durante un tiempo, incluso, con el propioCavallo como súperministro- y terminó de la peor manera: con la renuncia de De la Rúa, saqueos y muertos en las calles, De la Rúa a bordo de un helicóptero en el cual su presidencia terminó para siempre el 20 de diciembre de 2001.

En 1991, Carlos Menem lanzó un programa económico  al que denominó «Plan de Convertibilidad». ¿En qué consistía? En fijar, a través de una ley aprobada por el Congreso la equivalencia entre un peso y un dólar, garantizada por el Banco Central. Cada peso que se emitiera tenía que tener su respaldo en reservas en oro o en moneda extranjera. Al mismo tiempo, el gobierno de Menem emprendió un plan de privatizaciones de industrias y servicios públicos estatales y una brusca reducción del gasto público.

«La convertibilidad no se toca», decía la Alianza durante su campaña en 1999, lo repetían su candidato a presidente, Fernando de la Rúa, y su candidato a vicepresidente, Carlos «Chacho» Alvarez. La convertibilidad no se toca, decían, y así, en un marco de fuertes críticas a lo que llamaban «la fiesta menemista», la coalición entre el radicalismo y el Frepaso decidió mantener la principal herramienta de política económica del gobierno anterior, así como mantener -y, si se quiere, redoblar- la decisión de contraer un alto endeudamiento externo.

La decisión de «atar el peso al dólar», tal como lo dijo Kudlow, admite dos variantes: 1) un modelo de convertibilidad similar al que vivió la Argentina en los 90; 2) la dolarización de la economía, es decir que la Argentina adopte directamente el dólar como su moneda.  Ladolarización es un viaje de ida: Ecuador la adoptó en 2001 y ni siquiera el propio Rafael Correa en 10 años de gobierno -a pesar de su oposición manifiesta- logró darla de baja.

Economista Andrés Asiaín: «No soluciona ningún problema estructural»

Esto es una idea que viene desde hace un tiempo. Como sabemos, el antecedente en la Argentina es la época de Menem, no sólo porque durante su mandato se aplicó la convertibilidad  sino porque además Menem la postulaba la dolarización para su tercer mandato, cuando era candidato en el año 2003. Ambas fuera ideas de Steve Hank, del Cato Institute , financiados por los  hermanos Koch. Es un grupo importante norteamericano que  promociona a nivel global ciertas teorías ultraliberales a través de una serie de instituciones como la Fundación Libertad y Progreso.

Ellos piensan que el problema argentino es que emite dinero. Los problemas son mucho más complejos. Macri reemplazó la emisión de dinero por la toma de deuda externa, lo que como se ve no funcionó.

El problema argentino no es el déficit público, como se suele decir, sino el déficit externo del sector privado. Esto hace que por más que dolarices no vas a solucionar… Los problemas estructurales no se solucionan. La única solución aparente es a la inflación, y uno diría que en los 90 resolvió la inflación, pero las circunstancias de entonces y ahora son bien distintas, porque entonces la convertibilidad vino después de una hiperinflación donde los precios se habían dolarizado de hecho y evolucionaban según el tipo de cambio.  La situación que tenemos ahora no es tan grave. La dinámica de pujas salariales, las tensiones, van a subsistir. Incluso podría haber inflación con la economía atada al dólar y eso ocasionaría que el dólar, aún con este tipo de cambio altísimo – porque para atar el tipo de cambio al dólar tenés que devaluar- se retrase, y después resulta que no tenés política cambiaria y no tenés forma de recuperar la competitividad.

Economista Arnaldo Bocco: «El final de esta historia es una explosión»

Espero que no se haga, porque fue una solución muy costosa para la economía, es uncorset donde se cierra con llave y se la tira al Río de la Plata, que es lo que se hizo con Menem. Entonces, lamentablemente, el final de esa historia es una explosión como pasó en el 2001, y después nadie quiere salir de un esquema de convertibilidad, por temor, porque se estabilizaron la primera vez, pero luego el atraso provocado por la inflación -y la dudas que a veces tienen sobre la estabilidad y la sustentabilidad que tiene ese modelo- genera situaciones como la del 2001. (…) Cuando uno tiene un tipo de cambio fijo no tiene la posibilidad de -en una situación de crisis internacional- acompañar con devaluación el acercamiento que hay que tener para lograr la competitividad de las exportaciones. Se empieza a atrasar el tipo de cambio y se cae la producción exportable (…) Cuando explotó la convertibilidad teníamos una tasa de desocupación del 25 %.»

Economista Javier Milei: «Que cada uno elija la moneda que quiera»

«El dinero es muy perjudicial, en especial si se lo usa con fines políticos, por lo cual soy partidario de eliminar el Banco Central.  [Propongo] ir a un sistema de banca libre, donde cada uno elige la moneda que quiere.Y además la moneda se separaría en dos partes, una que sería el almacén de valor -que sería como una suerte de caja fuerte- y después estaría la banca de inversión, para el que le gusta el retorno, el interés. Este sistema es anticorridas, es ideal».  Sin embargo, Milei admitió la posibilidad de que la sociedad no estuviera preparada para la eliminación del Banco Central, por lo cual propuso directamente «ir a un sistema de libre competencia de moneda».

Fuente: bigbangnews.com

 

 

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