OMS alerta al mundo en relación a la salud para el año 2030

El cambio climático es uno de los principales problemas que azota al planeta desde hace muchos años. Si bien al principio se desconocían las consecuencias que provocaba sobre el funcionamiento del medio ambiente, después de diversas investigaciones se pudo determinar que provoca daños irreversibles.

Sin embargo, la salud de los seres humanos es otro de los aspectos que se ve severamente afectado por los cambios que se producen en el medio ambiente. Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó información acerca de los niveles de daño que puede hacer el cambio climático en la salud de las personas. El objetivo es, por un lado, concientizar sobre este tema, mientras que también se busca tratar de informar a la población y prevenir algunos trastornos que se pueden desencadenar como consecuencia de este fenómeno.

Según estima la OMS, entre 2030 y 2050 el cambio climático causará unas 250.000 defunciones adicionales cada año, debido a diversos trastornos, entre los que se encuentran la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico.

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A lo largo de los últimos 50 años, las actividades humanas, y en particular la combustión de combustibles fósiles, han liberado cantidades de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero suficientes para afectar al clima mundial. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado en más de un 30% desde los tiempos anteriores a la revolución industrial. Los cambios que se producen en el clima mundial conllevan una serie de riesgos para la salud, tales como el aumento de la mortalidad por las temperaturas extremadamente elevadas o el cambio de la distribución de las enfermedades infecciosas.

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Del punta a punta del planeta, el clima y la meteorología tienen grandes repercusiones directas e indirectas en la vida humana. Los fenómenos meteorológicos extremos -como las grandes lluvias, las inundaciones o los huracanes-  ponen en peligro la salud, al tiempo que destruyen propiedades y medios de subsistencia. En la última década del siglo XX, los desastres naturales relacionados con las condiciones meteorológicas produjeron aproximadamente 600.000 muertes en todo el mundo, el 95% de ellas en países pobres.

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Las variaciones meteorológicas intensas a corto plazo también pueden afectar gravemente a la salud, lo cual provoca estrés térmico o un frío extremo -hipotermia- y provocar el aumento de la mortalidad por enfermedades cardíacas y respiratorias. Es importante mencionar que las personas mayores o los más pequeños -sobre todo los bebés- son quienes se ven más afectados por este tipo de trastornos. El problema es que tienen una vulnerabilidad mayor desde el punto de vista inmunológico y de la salud general, por lo que cualquier afección repercute más negativamente en su salud en comparación con personas de mediana edad.

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El aumento de la temperatura global modifica los niveles y la distribución estacional de partículas aéreas naturales, como el polen, por ejemplo, y pueden desencadenar patologías respiratorias. El asma es una de las principales enfermedades que se encuentra dentro de esta lista. Hay aproximadamente 300 millones de personas que la padecen y la OMS estima que el alza en la temperatura eleve el número de personas con dicha enfermedad.

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La malnutrición es la causa de millones de muertes anuales, tanto por la falta de nutrientes suficientes para mantener la vida como por el aumento de la vulnerabilidad a enfermedades respiratorias y enfermedades infecciosas como el paludismo o la diarrea.

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La OMS prevé que el aumento de la temperatura del planeta y de la variabilidad de las precipitaciones reduzca las cosechas en muchas regiones tropicales en desarrollo donde la seguridad alimentaria ya es un problema. Como consecuencia, la provisión de alimentos se reducirá más todavía y la situación de emergencia alimentaria puede transformarse en un problema aún mayor.

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Otro de los problemas considerados por la OMS es el aumento de la variabilidad de las precipitaciones. Se trata de un fenómeno que puede poner en riesgo el suministro de agua dulce, un problema que repercute severamente en la salud de las personas que habitan el lugar afectado. La escasez de agua perjudica actualmente a un 40% de la población mundial, según cifras de la institución. La falta de agua y su mala calidad pueden poner en peligro la salud y la higiene, con el consiguiente aumento del riesgo de enfermedades diarreicas -causa de la muerte de 2,2 millones de personas cada año-, de tracoma -una infección ocular que puede producir ceguera- y otras enfermedades que se transmiten a través del agua contaminada.

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Uno de los principales problemas de la escasez es que obliga a las personas a transportar el agua desde lugares alejados y a almacenarla en sus casas. Como consecuencia puede aumentar el riesgo de contaminación del agua y de la patologías que conlleva; al mismo tiempo, sirve de criadero de mosquitos que son vectores de enfermedades debilitantes como el dengue, el zika o la fiebre amarilla.

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Las condiciones climáticas influyen en las enfermedades transmitidas por el agua y por vectores como los mosquitos. Las enfermedades sensibles al clima se encuentran entre las principales causas de muerte. La diarrea, el paludismo y la malnutrición proteinocalórica produjeron más 3 millones de muertes anuales hasta el momento, de las cuales la mayoría tuvieron lugar en África.

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La elevación del nivel del mar -otra consecuencia del calentamiento global- aumenta el riesgo de inundación de las costas y podría causar desplazamientos de población. Más de la mitad de la población mundial vive en una franja costera de 60 km de ancho. Además de producir lesiones y muertes en forma directa, las inundaciones pueden aumentar el riesgo de infecciones transmitidas por el agua y por vectores.

Por otro lado, es común que cuando se producen este tipo de problemas aumenten los desplazamientos de la población, lo cual puede producir, potencialmente, hacinamiento en otras ciudades o pueblos y deteriorar las condiciones sanitarias.

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Las medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero o atenuar las repercusiones sanitarias del cambio climático pueden tener otros efectos positivos en la salud. Por ejemplo, el fomento del uso del transporte público y de los medios de desplazamiento activos -la caminata o la bicicleta- como alternativa a los vehículos privados podría reducir las emisiones de dióxido de carbono y mejorar la salud pública.

Además de reducir las lesiones relacionadas con el tránsito, también reduciría la contaminación del aire y las enfermedades respiratorias y cardiovasculares asociadas. Asimismo, el aumento de la actividad física, puede reducir las tasas generales de mortalidad.

Fuente: iprofesional

 

 

 

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