Colombia: nueve millones de votos para las opciones de los extremos

Colombia celebró el domingo 11 elecciones con dos objetivos, la renovación de su Congreso y las llamadas “consultas”, una especie de primarias abiertas para la elección de candidatos a presidente de cara a los comicios del 27 de mayo próximo. Los resultados ratificaron la centralidad política del ex presidente Alvaro Uribe y la aparición de una opción de poder por “izquierda” liderada por el ex alcalde de Bogotá Gustavo Petro. En tanto, la reconversión de las FARC en partido político no derivó en acompañamiento popular.

Las “consultas” confirmaron a Ivan Duque y a Petro como candidatos de dos opciones políticas ubicadas en las antípodas ideológicas. Duque, representante del uribista Partido Centro Democrático, obtuvo poco más de 4M de votos en una votación total de más de 5.8M en su espacio. Tras el triunfo, confirmó a su rival en la interna, la conservadora Marta Lucía Ramírez como su compañera de fórmula. Por su parte Petro derrotó fácilmente a su adversario, Carlos Caicedo, obteniendo 2,8 millones de votos contra apenas 500 mil del ex alcalde de Santa Marta.

El politólogo Rubén Darío Castro Cáceres destacó que en estas consultas sumaron, entre las dos, más de 9 millones de votos, “teniendo en cuenta que en la elección participaron poco más de 15 millones en total y que, para las generales, no se esperan más de 18 millones de votantes, es un número muy grande”, afirmó. En Colombia, la participación en las elecciones es voluntaria y la abstención, más allá de que bajó respecto a las elecciones de 2014, suele ser alta. «La única duda es saber cuántos de los que participaron de las consultas lo hicieron para votar en contra de Duque o Petro pero después no acompañen a los candidatos ganadores», indicó.

Para Castro Cáceres, “hoy empezó la elección presidencial”. “Con esta cantidad de votos, Duque ya está en la segunda vuelta, Petro aún no, pero la expectativa es ver qué hacen los otros candidatos y si hay algún tipo de alianza para frenar el avance de la derecha uribista”. Los otros candidatos con chances son Sergio Fajardo, Humberto de la Calle y Germán Vargas Llera, representantes de distintos partidos, todos ubicados en un centro ideológico que ha quedado desdibujado en esta polarización novedosa para la tradicionalmente conservadora Colombia.

Más allá de que las polarizaciones entre sectores extremos son una tendencia regional e incluso global, tal vez en el acuerdo de paz con las FARC esté la clave de por qué por primera vez en su historia Colombia tiene una candidatura de centroizquierda como opción de poder. Durante años, la elite colombiana señaló como aliados a los “guerrilleros” a todos aquellos que hacían planteos políticos de izquierda o populistas. El desprestigio de las FARC – no llegaron a 50 mil votos en la elección del Senado y poco más de 30 mil en la de diputados – hacía el resto.

Ahora que las FARC ya no combaten (y el otro grupo guerrillero, el ELN, está en conversaciones de paz), el señalamiento pierde fuerza, aunque la crisis en la vecina Venezuela funge como ejemplo negativo y perjudica a Petro, quien hace malabares para esquivar los dardos de los periodistas que le apuntan a sus simpatías pasadas por el fallecido ex presidente venezolano Hugo Chávez.

En el temor a que “el castrochavismo” triunfe en Colombia, se nutre gran parte de la campaña uribista. Al igual que sucedió en el plebiscito, hay un gran sector de la ciudadanía colombiana que repele todo lo que huele a izquierda y encuentra en la figura guerrera de Uribe un líder a seguir. La alianza que el ex mandatario cerró con los conservadores pone a su candidato, Duque, un debutante en las lides políticas, como el gran favorito a ocupar el Palacio Nariño.

Es el gran mérito de Uribe, quien, desde comienzos de siglo, es la figura central de la política colombiana. Presidente de 2002 a 2010, imposibilitado constitucionalmente de volver a ser electo, se ha convertido en el gran elector de los sectores políticos de la derecha colombiana. Como candidato a senador obtuvo en la elección del domingo poco más de 900 mil votos y se convirtió en el candidato que individualmente más votos obtuvo. “La aspiración de Uribe era llegar al millón de votos, pero de todos modos hizo una elección histórica y su partido, Centro Democrático, es el que más senadores obtuvo y salió segundo en la de representantes”, explicó Castro Cáceres.

Sin partidos políticos fuertes que lo respalden, el petrismo hizo una elección floja en lo legislativo y se vio ampliamente superado no solo por el uribismo y los conservadores. sino, también, por los partidos de centro. El Partido Liberal – que lleva a De la Calle como candidato –  sorprendió ganando la elección de representantes y el balance para el oficialista Partido de la U y el filo oficialista Cambio Radical, que respaldan a Vargas Llera, y el Polo Democrático y la Alianza Verde, que van con Fajardo, es ambiguo. Le ganaron bien al petrismo, pero temen que en la elección de mayo parte de sus bases los abandonen detrás de un voto útil para enfrentar a Duque.

En ese marco, es clave la reaparición en política del antecesor de Petro en la alcaldía de Bogotá, Antanas Mokus. En representación de la Alianza Verde y con más de 500 mil votos de respaldo, el filósofo y matemático fue el segundo senador más votado detrás de Uribe. En 2010, sorprendió con una gran elección que forzó una segunda vuelta con el actual presidente, Juan Manuel Santos, y hoy respalda a Fajardo, pero analistas locales especulan con que su objetivo es articular una alianza entre Petro y Fajardo para ganarle a Duque en segunda vuelta. “No va a ser fácil», advirtió Castro Cáceres: «Más allá de su posicionamiento actual, Fajardo siempre ha sido visto como un político de centro derecha”, agregó.

El viernes 16 de marzo vencen los plazos para la inscripción de candidatos y, con los números finales de la elección del domingo, el panorama estará más claro. Lo cierto es que quien gane la presidencial, más allá de su ideología, deberá negociar con un congreso donde predominan las posiciones centristas y ese forzado equilibrio, en un país con muchos contrapesos institucionales como Colombia, debería ser anotado antes de embarcarse en análisis alarmistas sobre las consecuencias de que gane la “derecha” o la “izquierda”.

Fuente: Letra P

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