La obesidad triplica el riesgo de sufrir deterioro cognitivo

La obesidad es causa directa de muchas enfermedades como hipertensión arterial, diabetes o dislipemia -altos niveles de colesterol y triglicéridos-. Sin embargo, desde hace algunos años se ha relacionado directamente con otra patología preocupante: el deterioro cognitivo. Según señalan algunos estudios las personas que padecen obesidad aumentan el riesgo tres veces.

Ante esta situación y con el objetivo de concientizar sobre la necesidad de mantener hábitos de vida saludable -dieta adecuada y actividad física-, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) han presentado la campaña “Cuida tu peso, cuida tu memoria”.

La obesidad es definida como un exceso de masa grasa y es una enfermedad crónica que se ha convertido en la epidemia del siglo XXI. En consecuencia, se ha transformado también en uno de los desafíos más importantes en lo que a la salud respecta.

Los especialistas de las sociedades mencionadas han destacado la existencia de otro factor de riesgo -además de la obesidad- que es necesario considerar. Se trata de la distribución de la grasa corporal, dado que el predominio abdominal se relaciona especialmente con la posibilidad de desarrollar un deterioro cognitivo y demencia.

¿Qué es el deterioro cognitivo?

Es la pérdida de funciones cognitivas, específicamente de memoria, atención y velocidad de procesamiento de la información (VPI), que se produce por el envejecimiento normal. Este deterioro cognitivo del cerebro depende tanto de factores fisiológicos como ambientales y puede variar mucho de persona a persona.

A medida que la persona gana peso el tejido subcutáneo -debajo de la piel- pierde capacidad para acumular la grasa, que se va hacia el abdomen, donde tiene más lugar para expandirse. El problema se presenta cuando el tejido adiposo abdominal se llena también porque la grasa se desplaza hacia el corazón, los músculos, el hígado, los riñones y el sistema nervioso central.

Uno de los mecanismos que parece asociar deterioro cognitivo y demencia es la presencia de resistencia a la insulina en los pacientes con obesidad, especialmente cuando se localiza en el abdomen.

Un estudio reciente ha mostrado que una mayor resistencia a la insulina se relaciona con niveles más altos de beta-amiloide, sustancia implicada directamente en el desarrollo de algunos tipos de demencia.

Otro de los factores a considerar, según la información brindada por ambas sociedades científicas, es que las personas con obesidad pueden presentar enfermedades cardiovasculares asociadas. Estas influyen de manera negativa sobre el riesgo sanguíneo cerebral y, en consecuencia, contribuyen al deterioro cognitivo.

“Más índice de masa corporal (IMC), más trastorno cognitivo en personas de edad media”, explican los especialistas. Es importante considerar que actuar contra la obesidad puede revertir en parte el deterioro cognitivo. De hecho, algunos estudios afirman que perder peso reduce a la mitad la posibilidad de padecer ese trastorno.

Según los profesionales de la salud de las las sociedades españolas, se ha observado una reducción del riesgo de demencia con la realización de ejercicio físico de manera regular. La actividad física, además de tener efectos beneficiosos sobre los factores de riesgo cardiovascular, podría mejorar la síntesis neuronal.

Por eso, las sociedades mencionadas hicieron una serie de recomendaciones que pueden ser útiles para reducir la obesidad. Controlar el tamaño de las raciones, caminar al menos 30 minutos diarios, ingerir cinco raciones al día de fruta y verdura, evitar la comida precocinada y fritos y rebozados, comer despacio y no hacerlo delante del televisor o el ordenador y dormir un mínimo de siete horas son algunas de las recomendaciones.

Fuente. iProfesional

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