¿Cuándo un olvido es normal y cuándo puede deberse al Alzheimer?

El 21 de septiembre de cada año se conmemora, desde 1994, el Día Mundial del Alzheimer por iniciativa de la Organización Mundial de la Salud y con el auspicio de la Alzheimer´s Disease Internacional (ADI). El objetivo principal es concientizar a la población acerca de las características de esta enfermedad y ampliar la información disponible para el reconocimiento de la demencia y sus síntomas.

La enfermedad del Alzheimer es una patología degenerativa del sistema nervioso que afecta a un 2% de las personas de 65 años y a casi la mitad de las personas de más de 85 años. Hasta el momento se desconoce su causa, aunque se ha avanzado mucho en la investigación de los tratamientos que pueden ayudar a mejorar sus síntomas.

Desde el principio, las personas que la padecen muestran un deterioro de la memoria reciente y una complicación para encontrar las palabras, conocida como anomia. Es importante saber que estos síntomas también se pueden presentar por el mero envejecimiento de las personas, lo cual hace necesario un diagnóstico diferencial temprano para poder tratar al paciente lo antes posible. Por eso, saber diferenciar entre los olvidos propios del proceso de envejecimiento y aquellos que responden a una enfermedad como el Alzheimer es crucial.

La mayoría de las persona ha experimentado olvidos o confusiones eventuales en ciertos momentos. Desde dejar la llave puesta del lado de afuera de la puerta hasta no recordar si apagaron la hornalla antes de salir. Por eso, es muy común preguntarse hasta qué punto este tipo de episodios son “normales” o pueden ser patológicos y responder a alguna enfermedad neurológica.

De acuerdo a un informe publicado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, con el paso del tiempo el cerebro cambia y una de las principales consecuencias es la pérdida paulatina de memoria. Sin embargo, hay algunos tipos de olvidos que son esperables a partir de cierta edad mientras que otros pueden ser patológicos.

Dentro de los olvidos normales se pueden ubicar aquellos relacionados a la transitoriedad, es decir, aquello que se aprende o incorpora recientemente y se olvida en un período muy corto. Esto sucede porque el cerebro conserva la información que usa habitualmente y tiende a desechar o descartar la que no le resulta útil.

Asimismo, los olvidos por despiste o  son comunes y no significan que la persona padece una patología. Se trata de aquellos momentos en los que no se presta atención a algo que se está haciendo o que sucede y que más tarde se necesita recordar. Es probable que la persona no pueda recordarlo precisamente porque en el momento no estaba prestando atención y no retuvo esa información.

En relación a esto es importante entender los tres pasos que constituyen los recuerdos. En primera instancia la persona debe prestar atención a la situación, luego debe almacenarse esa información y por último esa información guardada se debe poder evocar. Siempre que se altere uno de estos pasos el recuerdo no existe para la persona.

En la mayoría de las personas la falla de recuerdo viene por la alteración del primer paso, debido a estrés o depresión sin que exista una alteración estructural que la justifique.

Es común, también, que las personas atribuyan de forma equivocada algunos datos a sus recuerdos, es decir, que la mayor parte de la información haya sido real pero que algún detalle lo recuerde “cambiado”. Por ejemplo, puede que se recuerde con precisión qué sucedió y con quiénes, pero que el lugar esté equivocado.

La contracara de este tipo de olvidos son aquellos que sí son patológicos y que son síntomas de alguna enfermedad neurológica. En este grupo se encuentran las fallas en la memoria episódica -en el qué y cuándo de los hechos- y los olvidos recientes que se combinan con recuerdos muy claros de eventos sucedidos hace mucho tiempo. A su vez, las personas que se tornan reiterativas, que preguntan lo mismo muchas veces sin recordar haberlo hecho previamente, también pueden sufrir algún tipo de enfermedad neurológica, como el Alzheimer.

Fuente. iProfesional

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *