¿Qué pasa en Venezuela?

En primer lugar, es importante recordar que Venezuela fue uno de los países que, junto a Brasil y Argentina, lideró el llamado «giro a la izquierda» latinoamericano iniciado a principios de este siglo, luego de una década donde había predominado el neoliberalismo.

Haber formado parte del grupo de países sudamericanos que «enfrentaron» a Estados Unidos tuvo sus costos, sin dudas. No obstante, el caso del país bolivariano tomó un tinte más conflictivo desde la asunción del actual Presidente Nicolás Maduro. Durante estos 4 años la violencia se ha transformado en una constante para los venezolanos.

Como si fuera poco, la crisis se agravó a principios de este año cuando el Tribunal Supremo de Justicia suspendió las competencias del Parlamento, de mayoría opositora. Esa decisión reactivó una ola de protestas que aún no se ha detenido y que siguen acumulando nuevas muertes.

Dos sectores se enfrentan a nivel nacional: por un lado, el chavismo que acusa un intento golpista hacia su mandato; por otro lado, la oposición que tilda de dictatorial al actual gobierno.

En los últimos días, el principal punto de conflicto entre ambos sectores giró en torno a la convocatoria por parte del gobierno a una Convención Constituyente para el 30 de Julio, la cual es rechazada tanto por la oposición como por distintos sectores del mundo. Un ejemplo de esto es la declaración de Donald Trump, quien dijo que «si el régimen de Maduro impone su Asamblea Constituyente el 30 de julio, Estados Unidos tomará fuertes y rápidas acciones económicas».

La declaración norteamericana va en sintonía con la visión mayoritaria que se ha forjado a nivel internacional sobre la crisis de Venezuela en la cual Maduro, junto a su gabinete, aparecen como únicos culpables.  Un amplio número de países como Brasil, Argentina, Chile, Perú, Estados Unidos y la Unión Europea han criticado en reiteradas ocasiones la postura del gobierno de Maduro.

No hay dudas de que el oficialismo ha tenido sus excesos y ha sobrepasado límites que resultan peligrosos para la Democracia, pero… ¿es el único culpable? No se debe olvidar que la oposición –obsesionada por acabar con el chavismo- adoptó desde un primer momento una estrategia de confrontación, en la cual el diálogo parece ser un imposible. A su vez, es vital considerar cómo actores de gran peso como la Iglesia, han contribuido considerablemente al aumento de la conflictividad mencionada.

La realidad es que el país se ahoga en un clima donde el odio y la lógica del enemigo predominan. Lo más preocupante es la falta de solución del conflicto a corto plazo, ya que se ha generado un panorama en el cual nadie escucha a nadie y lo único que importa es señalar al culpable.

Es necesario que se retome de manera urgente el diálogo y la política en Venezuela como instrumentos para solucionar la actual crisis institucional que se atraviesa.

Fuente: Diagonales

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