Fumadores se ajustan: crece el consumo de tabaco suelto

En un kiosco de La Paternal, el comerciante no duda: «Se vende menos. De a poco la gente se volcó a los cigarrillos más económicos y al tabaco suelto». En un negocio similar, pero del barrio de Belgrano, la propietaria coincide en que en los últimos meses el consumo en ese rubro se modificó. En Constitución, en el mostrador detrás de unas rejas, la kiosquera arroja algunas cifras: «Ahora se venden entre 70 y 80 atados por día. Antes vendía unos 1.500 por semana». Y en un local del oeste del conurbano, el propietario cuenta que vende cada vez más «puchos sueltos y de la marca más barata». No sólo los testimonios del penúltimo eslabón de la cadena coinciden: según cifras oficiales de la Secretaría de Agricultura, en el último año disminuyó un 19% el volumen de cigarrillos vendidos. La diferencia entre la comercialización de primeras marcas (las más caras) con las de segunda categoría (más económicas) en ese período es abismal y la opción del «tabaco suelto» sumó muchos adeptos.

El 3 de mayo de 2016 se incrementó el impuesto interno al tabaco (pasó de 60% a 75%) y eso repercutió en el precio final de los paquetes. El aumento del costo se tradujo en la baja del consumo; por eso, la medición realizada entre abril del año pasado y abril de este año por Agricultura es contundente. Las compañías grandes, que comercializan las primeras marcas de cigarrillos, sufrieron una caída en sus ventas del 24%. Las pequeñas industrias, gracias a sus marcas a bajo precio, tuvieron un aumento del 85% en el volumen. En ese contexto, el tabaco suelto se vendió un 25% más.

«El tabaco para armar tiene una estructura impositiva distinta, tiene menos impuestos que el cigarrillo armado. Entonces, la gente se vuelca a eso porque le conviene desde lo económico. Su venta también está impulsada por la tendencia creciente en Europa», contó a este medio Martín Blanes, presidente del a Cámara de Distribuidores de Tabaco. Cuando se fue a vivir sola, María Luján eligió recortar sus gastos en los cigarrillos. Entonces, se volcó al tabaco suelto. «Con un paquete que cuesta $70 armo unos 70 cigarrillos. Además, al apagarse ,si no se le da una pitada, duran más. Ahora fumo un paquete por mes, mucho menos que antes, cuando fumaba un atado cada dos días», asegura. Su ejemplo, con distintos matices y cifras, se repite en un considerable número de fumadores que decidieron modificar el hábito ante el aumento de los precios.

Los paquetes de tabaco suelto tienen distintos precios, entre $40 y $90, pero si se toma como promedio $60 y se le suma el valor del papel ($20) y los filtros ($30), armar la cantidad de cigarrillos equivalente a un paquete de veinte por día cuesta $940 al mes. Es un poco más de lo que valen las segundas marcas, que se venden a un promedio de $30, pero sus consumidores aseguran que el «tabaco suelto rinde más». Mientras que quien fuma un atado de las primeras marcas al día gasta, en promedio, $1.650 al mes, un 75% más que el tabaco suelto.

Más allá del mercado formal, existen también los cigarrillos ilegales. «La gente busca la manera de gastar menos y es donde se empieza a vender el falsificado y el de contrabando. El falsificado se fabrica dentro del país, pero tiene redes de distribución ilegales. Se vende como si fuera uno original: un fumador experimentado lo distingue, pero por ahí alguien que recién comienza a fumar ni lo nota. Y el de contrabando ingresa al país en colectivos desde los países limítrofes; en el norte es muy común», analizó Blanes, quien remarcó que pese a todo «la venta del tabaco genera el 50% de la facturación de un kiosco tradicional».

Fuente. ambito financiero

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