Macri concentra el Gobierno a no más de 10 metros de su oficina

La tendencia no es una novedad para el manejo político que Mauricio Macri vino haciendo desde el primer día de su mandato: concentrar el poder de decisión en las oficinas que rodean al despacho presidencial en la Casa Rosada. Es lo que se llama en Argentina el verdadero gobierno y que incluye a Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Tanto es así que cuando el Presidente quiere mostrar que le tiene confianza a un funcionario lo hace sacarse una foto con ellos. A Nicolás Dujovne lo hicieron debutar con esa imagen.

Ese esquema fue protagonista en los cambios que se dieron ayer. Marcos Peña capitaneó el procedimiento de salida de Menconian que ya sabía desde hace tiempo la decisión que Macri había tomado sobre él. El jefe de Gabinete aparece así como el arquitecto de las nuevas formas que parecen alejarse del modelo clásico del PRO para asimilarse más a una transversalidad que contiene al radicalismo desde el origen de Cambiemos, pero también a peronismo de distintos colores.

La sorpresa que generó en algunos sectores de la política la salida de Carlos Melconian de la presidencia del Banco Nación, dio paso más tarde a interpretaciones varias.

Los enojos de Macri con funcionarios que le cuestionan en público medidas que el Gobierno considera centrales y de alto costo político son lo suficientemente fuertes como para generar cambios. Esa potestad no es sólo suya; también la tiene Peña. Melconian había cuestionado hace tiempo el apartamiento del Gobierno de metas ortodoxas que el PRO defendió siempre, como la prolijidad en el manejo del gasto, la baja del déficit, la incorporación de empleados públicos a ritmo similar al de años anteriores, ¿Fue suficiente para su salida del Nación? No, pero si un elemento de peso que irritó en forma importante al jefe de Gabinete, empeñado en mantener equilibrada la transición del macrismo hacia nuevas formas que garanticen el poder. Esas nuevas formas incluyen la visión de un mix de corrientes doctrinarias en lo económico donde no siempre es fácil hacer confluir a funcionarios.

Los radicales, que sirven en estos análisis como tester de la situación ya que integran el Gobierno pero en privado hablan como si fueran oposición, ayer miraban el despido de Melconian con interpretaciones extrañas. Festejaron y saludaron hasta el hartazgo a Javier González Fraga a quien reconocen como propio, aunque en realidad el economista fue más un aliado de la UCR en algunas oportunidades que un orgánico del partido. Al mismo tiempo algunos razonaban con cierta amargura sobre la salida de Melconian. Es que el ahora expresidente del Banco Nación, juran, no tuvo un manejo ortodoxo de la entidad financiera estatal sino todo lo contrario. Para los mendocinos, por ejemplo, Melconian fue un keynesiano puro a la hora de desembolsar asistencia. También en su política de otorgamiento de créditos y ni qué hablar en el mantenimiento dentro del Nación de todo el personal sin producir despidos.

Resulta curioso, además, que las combinaciones de funcionarios en materia económica no tengan un empate lógico: parecía más compatible la convivencia de Dujovne con Melconian, que la relación imposible que mantuvo el expresidente del Nación con Alfonso Prat Gay y, viceversa, no resulta claro cómo se llevará el ahora ministro de Hacienda con González Fraga, a pesar de que ambos pueden mostrar el haber tenido relación directa con el radicalismo y en especial con Ernesto Sanz.

Macri ya dio muestras claras que no cambiará este estilo. De hecho Jaime Durán Barba, tormentas de por medio, sigue casi en su mismo lugar dentro de la consideración general de la Casa Rosada. Fuera de ese esquema falta definir cómo entrarán en el juego los necesarios acuerdos con el PJ que el macrismo teje para este año. Por ahora, no parecen tener impacto en el armado del Gobierno, sólo en las listas para octubre.

Fuente: ámbito.com

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