¿Qué es ser infiel?

Hay acuerdos que se pactan para ser irrompibles como el de las parejas en sus primeros momentos, tal vez como parte del estado de enamoramiento, en el marco de un compromiso asumido entre los dos y bajo pautas culturales que proponen algunos comportamientos, que se suponen para siempre o para lo que dure el vínculo, pero las relaciones, en este caso, son dinámicas y las circunstancias y las conductas pueden cambiar.

«Tanto la fidelidad como la infidelidad son definiciones muy complejas«, comenta el médico y psicoanalista Eduardo Tesone, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y de la Sociedad Psicoanalítica de París, que dialogó con Diagonales sobre algunos modos vinculares y los acuerdos que pueden existir según las decisiones o la época de cada pareja, tanto como sus libertades o sus maneras de ver y procesar los celos y las permisiones que a cada sexo la cultura le depara.

Habría que ver qué es la infidelidad, en el sentido que depende de cómo esté armado el vínculo de cada pareja. Hay algunas que funcionan de manera abierta, donde cada uno toma sus licencias y esto forma parte de un acuerdo explícito en la pareja. En este tipo de modos vinculares la noción de infidelidad no existe porque a esto se lo plantea como una libertad que cada uno de los miembros de la pareja puede tomarse”, analiza Tesone.

“Por otro lado, qué es la fidelidad. Es un compromiso mutuo que asume la pareja como una base fundacional del vínculo. La monogamia no es algo natural, no viene con la naturaleza del ser humano. La monogamia es una decisión cultural y asumida como propia. El deseo no es monogámico, es muy volátil, muy versátil. Si, puede existir el compromiso mutuo de no tener vínculos afectivos o sexuales con otras personas”.

Y entonces, ¿qué sucede cuando se concreta la infidelidad?: “si la persona que se sintió ofendida por la infidelidad del otro lo perdona, lo integra al vínculo y continúa con esta herida, puede ser factible de cicatrizar. En otras parejas es motivo de ruptura porque la otra persona no admite lo que sería vivido como una traición. Los adolescentes tienen mucho más asumida la versatilidad del deseo y no lo viven de una manera tan dramática como los adultos”, responde Tesone.

En  este escenario, el psicoanalista comenta que en nuestra cultura, que no deja de ser machista, se considera que si el hombre es infiel es más banal y si es la mujer merece nuestro castigo. Pero aclara que, en la práctica no es tan así: “en mi consultorio escucho que pueden tener amantes tanto hombres como mujeres en casi la misma proporción… Antes se decía que el hombre podía tener sexo sin amor y la mujer necesitaba estar enamorada para tener sexo”.

Este es un viejo prejuicio machista”, expresa el profesional y explica que en realidad tanto el hombre como la mujer pueden tener sexo sin estar enamorados, agrega que estar enamorado no es una precondición para nadie para tener sexo y finalmente que, quizás sea esto lo que está quedando mucho más tranparente en esta época donde la sexualidad y el amor no están necesariamente ligados.

Para cerrar, Eduardo Tesone explica a Diagonales: “hay parejas que integran la infidelidad como algo que puede ocurrir y hay parejas en las que pasa a ser una herida narcisista insoportable y recae en una ruptura. Lo primero es entender por qué ocurrió y eso está mostrando que está faltando el interés en la pareja, como primer indicador; después, están aquellos que pretenden realizar la poligamia indefinidamente, pero en ese caso yo creo que su pareja no lo ignora o es consciente y mira para otro lado”.

Fuente: Diagonales

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