Cierran alianzas contra reloj en todos los partidos

El CEO político de Mauricio Macri rifó sus huesos en esa ruleta porque el macrismo y el propio Macri, seducidos por Jaime Durán Barba, cotizaban a Massa según la aritmética electoral y no por la ingeniería política. Monzó soportó un castigo por aquella aventura pero en estas horas el macrismo ofrece lo mismo que hace un mes y Massa vale menos.

Numerología

El tiempo, en ese caso, jugó a favor de la tesis de Durán Barba que el viernes, en Mar del Plata, en el plenario del PRO, detalló una encuesta nacional de su factura que ubica a Macri con 33 puntos, relega a Daniel Scioli a 28 y deja muy atrás a Massa con apenas 15. El razonamiento de gurú ecuatoriano opera sobre dos consignas: pactar con Massa no implica atraer a los votantes de Massa; cuando Massa se baje o se desangre electoralmente, sus votantes migrarán hacia Macri. «Los votos no son de Massa…», dictamina y advierte que sin ensuciarse en pactos electorales, Macri resultará más atractivo para el votante medio, ese universo volátil que engordó el 54% de Cristina de Kirchner en 2011 y en el 44% de Massa, o respaldó sin pudor en Capital la reelección presidencial y la de Macri como jefe de Gobierno.

En el PRO, con insumos estadísticos del consultor, sostienen que la presidencial se resolverá en la primera vuelta, el 25 de octubre. Matemática pura: con Massa fuera de la cancha o devaluado a menos de un dígito, la hiperpolarización entre Macri y el FpV se quedará con entre el 85 y el 90% del total de votos -eso supone queMargarita Stolbizer roce un 5% y el FIT el 3%; más un Massa desflecado en el 7%- con lo cual un presidencial estará por encima o a décimas del 45%, imprescindible que impone el balotaje criollo que engendraron Carlos Menem Raúl Alfonsín.

Efecto Olivos

A la hoja de ruta del macrismo le falta un condimento más: lo que haga la Casa Rosada. «Nos falta una mano de nuestra jefa de campaña: Cristina», ironiza un operador del PRO que adhiere a la ecuación cambio-continuidad que es el pilar argumental de Durán Barba.

Macri abrazó, porque le es funcional, el concepto de que el 60% del universo electoral quiere un cambio. Por esa razón registrará la marca electoral «Cambiemos» y por eso entiende que Massa pesa más por su pasada pertenencia K y su identidad PJ, que por ser lo diferente. La sombra que acecha aquella ecuación es que Scioli, a pesar de su larga estadía en el planeta K, es leído en algunos sectores como expresión «de cambio», si no en el fondo, sí en las formas.

Sobre ese punto, el PRO espera la intervención de Cristina de Kirchner para que Scioli aparezca como un continuador pleno, rodeado por el cristinismo. Que en las listas de legisladores haya preeminencia de dirigentes de La Cámpora y que Aníbal Fernández quede como candidato a goberandor bonaerense figuran entre las determinaciones que, según el PRO, les resultarían favorables en una hiperpolarización entre Macri y Scioli. Hay cuestiones adicionales, como la de arrastrar o no a Ernesto Sanz a una primaria contra Macri, que también quedarán supeditadas a lo que disponga la Casa Rosada. «Si el FpV mantiene las Primarias entre Scioli yRandazzo, nosotros hacemos PASO, si ellos van con lista única, nosotros también», explican.

La explicación tiene que ver con los diarios del día después de las Primarias del 9 de agosto. Es decir: figurar como el candidato más votado o, si los rivales van solos, estar lo más cerca posible. Si el FpV suma todo en un nombre, el PRO «Cambiemos» no quiere dividir entre MacriSanz y Elisa Carrió porque eso haría que el porteño quede varios puntos abajo del candidato K. Según esa lógica, al macrismo le conviene un duelo ScioliRandazzo porque eso haría que aun con una buena elección del FpV, ningún candidato lograría superar el 30%.

Fuente: Ambito Financiero

 

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