Quiénes integran el nuevo espacio del radicalismo

Legendaria opositora a la Coordinadora de Enrique Coty Nosiglia, la agrupación “el Radicalismo que no baja las Banderas” apoya el kirchnerismo. Este sector es presidido por el ex legislador porteño y ex diputado nacional Fernando Cantero quien señaló: “Nos abrimos de la UCR cuando impusieron el recorte del 13% a jubilados y salimos a conformar el ARI buscando ser fieles a nuestros ideales”. Cantero revela que todo lo que se propusieron desde allí en el 2003, fue realizado por los Kirchner.

–¿Por qué se dicen radicales y oficialistas?

En nuestra agrupación hablamos de las banderas de (Hipólito) Yrigoyen, (Moisés) Lebensohn, (Crisólogo) Larralde y (Sergio) Karakachoff, entre otros. Gente que se jugó por la inclusión. Varios de ellos han sabido acercarse al peronismo y fueron criticados por eso. Desde allí, queremos aportar al proceso oficialista que lleva adelante Cristina porque entendemos que defendemos el proceso nacional, de integración del pueblo y de integración latinoamericana.

–¿Cree que políticamente la UCR se mantiene viva?

El radicalismo tiene mucho para dar, pero no como partido. En ése sentido hoy está acabado… va a terminar siendo la estructura que lleve a Macri como candidato a presidente, desvirtuando toda su historia. Lejos de las conquistas de Yrigoyen, de Illia… la UCR oficial terminó en la última elección llevando a un empresario que bancó la campaña de Menem en 2003. Aliándose con De Narváez; que es todo lo contrario de la política porque la aborda desde la mirada empresarial. Y con Rosendo Fraga, un economista del establishment que fue presidente del Banco Central con Carlos Menem. El radicalismo que reivindicamos se jactaba de haber nacido de las bases del pueblo. Es al que le costó 26 años llegar al gobierno y que tuvo que hacer tres revoluciones armadas… Este radicalismo de hoy, niega toda su historia con esa alianza. Como la va a negar definitivamente ligado a Macri. No decimos que todo lo realizado por Cristina sean aciertos, pero, si los ponemos en la balanza, estos son mucho mayores que los desaciertos.

–¿Cómo empezó su militancia en el radicalismo?

Me inicié en el radicalismo en el año ’82, en la apertura posterior a la Guerra de Malvinas. Tenía 18 años. Éramos la Generación Malvinas. Ingresé al partido porque mi familia era radical, aunque mi mamá limpiaba casas y mi papá era pintor de autos, algo que habría configurado más a una familia peronista. Ellos admiraban a Illia y yo, a Yrigoyen. Luego de pasar por el CPP (Centro de Participación Popular) de formación yrigoyenista, en el ’85 convergimos varios de los que éramos Renovación y Cambio y conformamos “el radicalismo que no baja las banderas” que se opuso al Punto Final y la Obediencia Debida y a la derechización del Plan Austral.

–¿Qué puntos de coincidencia encuentra entre el oficialismo de hoy y aquellos ideales yrigoyenistas?

La defensa del petróleo nacional, el proceso de equidad por el que avanzó la Argentina, la creación de universidades en partidos como San Martín, Tres de Febrero, La Matanza, Lanús… algo casi tan profundo como la reforma del ’18, por la que los hijos de los trabajadores pudieron ir a la universidad con oportunidad de recibirse. Por entonces, apenas un 5% de ellos se recibían. Y hoy, la universidad es del pueblo. Pero es también por la ley de medios, porque la construcción del sentido común es una construcción social y si la dejamos en manos de los Grondona, de las Mirtha Legrand, de las Susana Giménez, estamos construyendo un sentido común muy pobre y en contra de los intereses populares. Así como es fundamental la Asignación Universal por Hijo para crear equidad. También, coincidimos en la recuperación de las jubilaciones contra las Afjp, la conformación de la Corte Suprema, el ingreso de miles de jóvenes a la política y el regreso de aquellos que se habían apartado, después de una década nefasta y como fue la de los años ’90.

– ¿Qué mirada tiene sobre el gorilismo?

Creo claramente creo que hubo gorilismo contra Yrigoyen y lo hubo contra Perón. Y prefiero llamarlo anti-pueblo. Creo que hubo dos procesos: el yrigoyenista, que marcó la integración civil a la ciudadanía; y el peronismo que determinó su integración social. El peronismo permitió incorporar a los sectores del trabajo como ciudadanos. Jauretche solía decir que el yrigoyenismo era a la sociedad argentina lo que la Ley 1.420 fue a la educación. Y mirá qué curioso: tanto a Yrigoyen, como a Perón les llovían críticas respecto de “la libertad”. Por eso, Yrigoyen decía: “La libertad no es un fin en sí mismo, sino un medio para lograr la dignidad del hombre”. Creemos que hoy Cristina retoma la posición que en su momento lideró Yrigoyen y después Perón.

Fuentes: Infonews/Miradas al Sur

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