La movida electoral

El fetichismo de las cifras redondas, si es que una cifra puede ser redonda, obliga a hacer una pausa. Es una convención, como tantas otras. Por eso, a un año exacto de las elecciones presidenciales vale la pena hacer un balance de cómo están plantadas en el tablero las principales fuerzas políticas que competirán el 25 de octubre de 2015 por el premio mayor, en este caso, el Sillón de Rivadavia. Todo indica que en cuestiones electorales un año es mucho tiempo, tanto que los cuatro grandes grupos en los que se puede agrupar a los contendientes –Frente para la Victoria, Frente Amplio Unen, Frente Renovador, Pro– todavía están armando el equipo, sumando y descartando nombres. Y en más de un caso, esa incertidumbre en torno a la pertenencia tiene su correlato a la hora de concretar una propuesta ideológica. Por momentos, el libro de pases y las eventuales alianzas por conveniencia tensan al máximo la cuerda del sentido común. ¿Pueden convivir en un mismo espacio Pino Solanas y Mauricio Macri? ¿Hay margen para que Ernesto Sanz se vaya con Sergio Massa? ¿Scioli puede ser el candidato del kirchnerismo de paladar negro? ¿Carrió y Michetti pueden ser socias?.
A un año de las elecciones generales, las preguntas se acumulan como trabajo pendiente. Algunas se pueden responder desde el sentido común pero, ante un escenario tan volátil y con políticos que arman y desarman su agenda al calor de los sondeos de opinión y de intención de voto que les acercan sus asesores, todo es posible y un poco más. En ese marco, el Frente para la Victoria y el Pro aventajan al resto porque no tienen que discutir su plataforma electoral. El oficialismo avanza hacia el 2015 encolumnado, con matices, detrás del proyecto que lidera la presidenta Cristina Fernández. Un liderazgo que mantiene en vilo a los precandidatos, ya que todavía no está claro si CFK será la gran electora antes de las PASO del candidato a sucederla el año que viene o si se mostrará prescindente y permitirá que las diferencias se resuelvan en las primarias. Daniel Scioli, Florencio Randazzo, Sergio Urribarri, Agustín Rossi, Julián Domínguez y Jorge Taiana están anotados para competir por la sucesión, pero un gesto de Cristina no sólo puede interrumpir esa carrera sino impactar de lleno en el armado opositor. Por ahora, el FPV mueve lento.La estrategia que baja de la Casa Rosada es no apurarse con las definiciones para evitar el desgaste de los candidatos. Entienden que una decisión apresurada podría costarles caro a los candidatos porque serían blanco inmediato de la prensa opositora. Varios dirigentes y precandidatos del FPV blanquearon este razonamiento al ser consultados sobre la sucesión. Aunque dentro del pelotón oficialista, el gobernador bonaerense Daniel Scioli encabeza las preferencias y el ministro del Interior, Florencio Randazzo, marca una curva ascendente, no está todo dicho. Nadie sabe qué decisión tomará Cristina. Por ahora todos los precandidatos mantienen su postulación. Scioli se muestra, como nunca, alineado con la Casa Rosada. Un sector de La Cámpora, liderado por Eduardo “Wado” De Pedro, acompaña hace unos meses al gobernador de la provincia de Buenos Aires, mientras algunos comenzaron a deslizar que Randazzo podría bajar a la provincia. Sin embargo, en declaraciones a Radio America, el ministro desmintió rotundamente esa posibilidad: “Voy a competir con Scioli en las PASO”, afirmó.
Un párrafo aparte merece la interna por la sucesión de Scioli en la provincia de Buenos Aires. La ambigüedad de Martín Insaurralde, que no bien se contaron los votos de las elecciones legislativas de 2013 salió corriendo a sacarse una foto con Massa, mantiene en vilo al resto de los aspirantes a gobernar el distrito electoral más importante del país. Lo cierto es que la dualidad parece rendir frutos, porque el ex intendente de Lomas de Zamora es uno de los precandidatos a gobernador bonaerense con más intención de voto. No es un dato menor porque, según las estadísticas electorales, para entrar en la segunda vuelta es necesario reunir alrededor de un 30% de los votos bonaerenses. Por eso Insaurralde puede, por ahora, jugar a dos puntas. Mientras unos lo dan por perdido y otros por ganado, y viceversa, el diputado del FPV continúa votando con el bloque oficialista en el Congreso nacional al tiempo que coquetea con la pantalla grande en la pista de Bailando por un sueño y organiza un casamiento que acapara la atención de los políticos y de la farándula local. En la lista de postulantes se anotan para la contienda oficialista bonaerense el vicegobernador Gabriel Mariotto; el jefe del PJ provincial Fernando Espinoza y el titular de ANSeS Diego Bossio. Las PASO son el horizonte obligado de todos los candidatos K. Resta saber cuántos competirán y cómo se integrarán los binomios y las listas.
El Pro tiene en común con el FPV un marcado liderazgo y, aunque en las antípodas, un ideario claro. El jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, es quien marca los tiempos y quien baja agenda. Eso no significa que hacia adentro del partido amarillo no arrecien las internas. Que las hay, las hay. La más visible es la que protagonizan la senadora Gabriela Michetti y el jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Los últimos movimientos en el tablero acercaron a dos jugadores importantes, Michetti y Cristian Ritondo. Pero el problema del Pro no es la Capital Federal, a pesar de que el macrismo pone en juego el único distrito de peso que gobierna. En la ciudad el Pro tiene candidatos. El problema es la provincia de Buenos Aires. Los nombres propios que barajan son el del intendente de Vicente López, Jorge Macri; el de la vicejefa de Gobierno, María Eugenia Vidal, y el del economista ex menemista Carlos Melconian. Ninguno se acerca al porcentaje que es necesario reunir en la provincia para aspirar a un ballottage. Tampoco le sobran jugadores con chances en el resto del país. Por eso Macri salió a buscar aliados que tengan lo que no tiene el Pro: poder territorial. El radicalismo lo tiene, pero le falta una figura que arrastre votos a nivel nacional. Ni Julio Cobos ni Ernesto Sanz se proyectan competitivos frente a Macri y a Massa, los dos dirigentes opositores con más chances en 2015, según todos los sondeos de intención de voto difundidos hasta ahora.
Según varias encuestas, el ex intendente de Tigre Sergio Massa encabeza las preferencias a nivel nacional, pero no logra crecer en intención de voto desde hace rato. Un diagnóstico que preocupa al Frente Renovador, que si bien tiene chances de sumar en la provincia de Buenos Aires no consigue traccionar en el resto del país. La foto de Massa con Gerardo Morales, que irritó tanto a Cobos, no sólo reveló que un sector del radicalismo está dispuesto a todo con tal de sumar de gobernadores para abajo, sino que sinceró que la contienda opositora hoy la libran Macri y Massa. Ambos aglutinan el voto anti-K, pero el que logre entrar al ballottage arrastrará al otro en la ola. El radicalismo, que se apuró a cerrar una alianza electoral con el Partido Socialista, Libres del Sur, GEN, Coalición Cívica, Proyecto Sur y el Frente Cívico, busca la manera de subirse a la ola. Tanto el FR como el Pro intentarán cerrar acuerdos provinciales con los radicales. La diferencia es que el massismo no ata esos acuerdos a la elección presidencial y el macrismo sí. En otras palabras, Massa no les pide a los radicales que apoyen su candidatura presidencial, mientras que Macri aspira a que el radicalismo acompañe su postulación a la Casa Rosada.
En las idas y vueltas de la interna radical quedó atrapado FAUNEN, una coalición que no logra consolidar un liderazgo y que no consigue comunicar coherencia hacia el electorado. Desde que fue presentada en sociedad, el 22 de abril de este año, su supervivencia se vio amenazada. Elisa Carrió fue la primera en arrojar la piedra de la discordia al reconocer en voz alta que no descartaba un acuerdo electoral con Macri de cara a 2015. Los meses pasaron y las ideas de Lilita cambiaron muy poco. Al cierre de esta edición, Carrió se mostró con Michetti en la presentación de su libro y ratificó por Twitter: “Yo quiero una alianza con el Pro para ganar la interna, no para perder”.
Mientras Macri suma candidatos deportistas –esta semana se lo vio con el ex futbolistaJulio Cruz recorriendo Lomas de Zamora–, Massa se saca fotos con radicales y FAUNEN sobrevive a una inminente ruptura, todo el arco opositor se alineó detrás de una idea en común: la de derogar las leyes aprobadas durante la administración K. La Ley de Abastecimiento encabeza el top ten de la ofensiva junto con la de Emergencia Económica, la Antiterrorista y la de blanqueo de capitales. El nuevo Código Civil y Comercial, las reformas al Consejo de la Magistratura, la Carta Orgánica del Banco Central y la Comisión Nacional de Valores también integran el combo del que ni siquiera se salvó la Ley de Medios de la democracia. El Frente Renovador es la fuerza más activa en este asunto. El equipo económico de Massa y Graciela Camaño confeccionaron una lista con las 150 leyes, decretos y resoluciones para revisar. El Pro también tiene un equipo que trabaja con la misma agenda y desde FAUNEN, el que se mostró más proclive a derogar fue Hermes Binner. “Hay que desarmar el tejido de chavismo normativo que construyeron. Es importante verlo desde ahora para no andar deambulando en el momento que se llegue al gobierno”, afirmó Massa, que también prometió derogar las retenciones, eliminar el Impuesto a las Ganancias y levantar el cepo al dólar en 100 días.
El oficialismo se defendió con un solo argumento, le recriminó al arco opositor la falta de propuestas. “Quieren volver a los ’90”; “Sueñan con un país para pocos”; “La actitud de la oposición denota impotencia”, fueron algunas de los diagnósticos que salieron del FPV. Lo cierto es que a un año de las elecciones, el oficialismo, liderado por CFK, continúa marcando la agenda y es la única fuerza del tablero electoral que suma militantes y logra movilizarlos masivamente. La oposición se enfrenta a ese adversario.
Fuente: Veintitres

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