Dólar y crecimiento: la estrategia del Banco Central

La nueva gestión del BCRA encabezada por Alejandro Vanoli tiene por delante un desafío de envergadura. Es que, dentro de los alcances del organismo que dirige se encuentran contenidas las herramientas de gran parte de las variables económicas más sensibles de la etapa.

En las condiciones actuales el BCRA enfrenta la contradicción de desenvolver una política que de respuesta a la restricción externa de divisas combinada con una sensible desaceleración de la economía. Además, deberá lidiar con importantes vencimientos de deuda externa y un menor saldo comercial por la caída mundial del precio de la soja.

Medidas ortodoxas como la suba de las tasas de interés con el objetivo de quitar presión sobre el mercado cambiario y evitar de este modo una fuerte devaluación podrían ser un arma de doble filo que, como contrapartida, encarezcan el crédito a la producción y por lo tanto intensifiquen el estancamiento.

Es por ese motivo que, según los especialistas consultados por Tiempo Argentino, una medida que permite inferir el carácter de la política que desarrollará la nueva gestión del Banco Central fue la del aumento de las tasas de interés sobre los plazos fijos. Es que haciendo un mayor uso de las herramientas que emanan de la reforma de la Carta Orgánica del BCRA, según la estrategia de la nueva gestión, se podría desenvolver una política de fragmentación de tasas de interés que, a la vez que empuje a la pesificación de los depósitos bancarios en detrimento de la demanda de divisas en cualquiera de sus formas, profundice el direccionamiento del crédito para sostener el consumo y la producción.

Esa mayor versatilidad del BCRA a la hora de definir su política monetaria en función de las restricciones que impone la macroeconomía, implica una coordinación cotidiana de su gestión con la de la cartera de Hacienda. En gran parte ese es el sentido del nombramiento de Alejandro Vanoli al frente de la institución.

Un elemento distintivo de la última corrida que sufrió el mercado cambiario fue que, a diferencia de los eventos anteriores, el dólar ilegal o blue (que llegó hasta los $ 15,95 el 24 de septiembre), fue acompañado muy de cerca en la operatoria legal del contado con liqui que, para el 30 de ese mes, llegó hasta los $ 15,20 lo que podría interpretarse como una convalidación de esos valores de referencia por una parte del sistema financiero formal.

La asunción de la nueva gestión con la fuerte señal de un incremento en los controles sobre los mercados cambiarios formales e informales, sirvió para desinflar el volúmen de operaciones y los precios de mercado. Ya para el cierre de esta edición el dólar ilegal se había ubicado por debajo de los $ 15 llegando hasta los $ 14,65. Además, la leve reversión que tuviera el pasado jueves y que lo llevara de nuevo hasta los $ 14,83 no fue acompañada por la operatoria del contado con liqui que mantuvo su curso en sentido descendiente.

DESAFÍOS. Según Héctor Valle, economista de FIDE, una vez que Alejandro Vanoli descartó ceder a una devaluación de la moneda deberá «deberá enfrentar el desafío severo de que la cantidad de dólares que dispone son insuficientes para enfrentar los vencimientos de deuda del año próximo».

Las estimaciones de diferentes consultoras sitúan al superávit comercial de 2015 entre 7000 y 8000 millones de dólares con vencimientos de deuda que podrían superar los 10 mil millones. Sólo por el vencimiento del Boden 2015, en octubre, se deberán pagar 7,2 mil millones de dólares en la plaza local. Para Valle «es probable que haya que pagar alguna cosa más a partir de un posible acuerdo con los buitres y, además, se estima que hay DJAI acumuladas por alrededor de 4000 millones de dólares que en algún momento va a haber que traducir en importaciones concretas», recordó.

Las presiones sobre la restricción externa y el mercado de cambios se agravan a partir de la caída del precio de la soja hasta los U$S 340 que, según coinciden los analistas y confirma el valor de la soja a futuro, no parece tender a modificarse, y de la demora en la reactivación de la economía brasilera que, según Valle, «está lejos de producirse». Según el especialista, si bien «los pronósticos son poco alentadores no va a haber un desequilibrio comercial. Evidentemente la Argentina precisará obtener algún tipo de financiamiento externo, colocando algún bono o con ingreso de inversiones en sectores como el petróleo, la minería o las empresas hidroeléctricas. La situación, si bien no es desesperante, es distinta a los años previos de crecimiento».

Esa realidad macroeconómica es la que, ahora, va a dictar la estrategia del BCRA que para Valle «va a tener que actuar con mucha sintonía fina». Para el economista de FIDE de lo que se trata es de «usar al máximo las posibilidades que otorga la nueva Carta Orgánica del BCRA».

Además, «la gestión ya está dando buenas señales con el mensaje que le está bajando a los bancos tendiente a la disminución de la brecha entre tasas activas y pasivas. Está dispuesto a dar una batalla muy fuerte a la especulación cambiaria que ya se refleja en la suave caída que se manifestó en el dólar marginal en la última semana», concluyó.

A su vez explicó que «las medidas que se pueden tomar están vinculadas con el manejo de las tasas de interés, de los efectivos mínimos, de trabajar en los mercados abiertos emitiendo bonos y letras pero, sobre todo, en las tareas de supervisión del sistema bancario. La designación de Jorge Rodríguez en la gerenciageneral de bancos es una excelente decisión porque es un técnico muy probado que conoce a la perfección el negocio bancario.»

Sobre los contrastes con la gestión de Juan Carlos Fábrega, Héctor Valle explicó que «Vanoli se va a diferenciar notablemente de su predecesor cuya política se caracterizó por mantener altas tasas de interés, correr al mercado negro con algunas devaluaciones del tipo de cambio oficial y de no mostrar un vínculo férreo con respecto al conjunto de la política económica del país».
Con todo, a la luz de las contradicciones que hemos ido señalando, será decisivo lo que ocurra a partir de enero en las negociaciones con los fondos buitre una vez vencidas las restricciones que impone la cláusula RUFO.

Recién allí se podrá conocer realmente la dimensión de la restricción externa y, por lo tanto, clarificar sobre la relación existente entre las obligaciones por vencimientos y la disponibilidad de divisas del BCRA. En ese momento quedará establecido taxativamente cuáles serán las fuentes reales de divisas con las que contará la Argentina y, a su vez, las tensiones sobre el tipo de cambio que de esa nueva realidad emanen. La política de corto plazo del BCRAapuntará a acercarse a esa fecha con las medidas necesarias para controlar las embestidas cambiarias hasta que se clarifique el escenario. Las cotizaciones de los títulos públicos que en las últimas semanas se han mantenido en buenos niveles son una señal de como el mercado percibe la capacidad de pago de la Argentina más allá de la indefinición del diferendo con los buitre.

Según Héctor Valle la estrategia del BCRA deberá ser apuntalada con iniciativas de política económica con alcance nacional e internacional «si nuestro país estuviera dispuesto a negociar con los buitres, tiene que ir con aspiraciones fuertes porque ellos han roto el programa económico proyectado para el próximo año. Otra cosa que va a haber que revisar es la liquidación de dólares de las explotaciones primarias. Hay que terminar con el contrabando y presionar dentro del marco de la ley para que los productores liquiden en término porque sus errores, le están costando a ellos pero le han costado al gobierno un desequilibrio fiscal y de pagos importante», se lamentó.

Por último, consultado sobre las posibilidades de que esta estrategia llegue a buen destino, Valle explicó que «hay que desmentir los bolazos de los economistas de la oposición que aseguran que el PBI va a caer un 5%, que la inflación va a ser del 50%, que el défici fiscal será del 5 o 6% del PBI… El déficit fiscal no llega al 3% y el de pagos no llega al 1 por ciento. La inflación no llegará a más del 25 o 30% anual. Con alguna fuente de financiamiento externo se podrá hacer frente a los desafíos. Si usted compara la evolución de los precios desde diciembre de 2013 crecieron menos que la devaluación incluso con los índices de precios de la oposición. No hay motivos para una devaluación brusca», concluyó.

Fuente: Tiempo Argentino

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